Nánjīng! Nánjīng! (Ciudad de Vida y Muerte)


Esta cinta china ganadora del festival de San Sebastián en el 2009 llegó hace poco a nuestro país. Su historia cruda y desgarradora nos cuenta la tragedia de los habitantes de la ciudad de Nánjing durante 1937 (en ese entonces capital de China) luego de que fuera arrasada por el ejército nipón al iniciar la segunda guerra chino-japonesa, que más adelante se convertiría en la guerra del pacífico para finalmente fundirse con la segunda guerra mundial.
Este suceso histórico conocido como la masacre o la violación de Nánjing, debatido por algunos y condenado por otros, es el equivalente asiático de lo que fue el holocausto judío en Europa. Tanto por su historia como por su realización en blanco y negro esta cinta para muchos es la versión oriental de La Lista de Schindler.

La película se puede dividir en dos: La masacre, en la que se narra la toma de la ciudad por los japoneses y como sus gigantescas murallas finalmente solo sirvieron para convertir a la ciudad en una trampa inmensa, en la que luego de la rendición son masacrados 450.000 hombres entre soldados y civiles. La segunda parte es la violación: Esta se diferencia de la anterior en que se construye una trama con personajes bien contextualizados y no simplemente se muestran hechos. En esta segunda parte todo gira en torno a una llamada zona de seguridad, instaurada por el hombre de negocios y partidario nazi John Rabe, quien hace lo posible para garantizar la seguridad de los refugiados que en su mayoría son mujeres, hombre mayores, niños y hombres enfermos. La zona de seguridad es manejada por el asistente de Rabe, el señor Tang y su cuñada, una maestra de escuela, quienes luchan día a día aún a costa de su seguridad contra el deseo japonés de invadir la zona.
Poco a poco los esfuerzos de esta pareja y los extranjeros se ven aminorados y comienzan a haber abundantes casos de asesinatos y violaciones por parte de los soldados japoneses (se cree que diariamente se violaban 1000 mujeres de las cuales casi todas eran asesinadas). Luego de los reclamos por parte de Tang y Rabe, los japoneses piensan que la solución es que de la zona de seguridad se presten 100 mujeres voluntarias durante dos semanas, quienes serían utilizadas como mujeres de comfort y finalmente devueltas. Sin embargo es tanto el abuso que la mayoría de ellas mueren. Al finalizar este periodo y debido a sus constantes quejas contra los japoneses Rabe es solicitado por Hitler en Alemania, lo que genera el pánico y la angustia de que la poca tranquilidad existente va a desaparecer. El desenlace es inevitable y estará lleno de tragedia y dolor para todos sus protagonistas.
Aunque la cinta gira en torno al contexto histórico, su originalidad reside en que toda la historia es vista a través de los ojos de Kadokawa, un oficial japonés que vive todo el infierno de la guerra desde el punto de vista humano y que no comparte el objetivo ni los métodos de la misma y de un niño (soldado chino) que está presente en los momentos definitivos de la historia. Ambos personajes no solo enriquecen la trama sino que la bajan del plano documental al humano.
Una producción gigantesca, una hermosura visual única, con tomas inolvidables como el la del baile ritual japonés y con la exigencia del blanco y negro hacen de esta, una magnífica pieza de imagen y sonido.
Su cadencia es propia del cine asiático, con grandes espacios de reflexión que indudablemente aburren, pero al mismo tiempo con tomas llenas de emoción, una emoción diferente a la occidental que no cae en el el melodrama sino que va directo al estómago del espectador: dolor, sufrimiento y desesperación son la base de toda la historia.

Ciudad de vida y muerte nos afirma el sinsentido de la guerra, así como que la violencia solo genera más violencia, frases que ya conocemos pero que para quienes no hemos vivido una guerra de esta proporciones, directores como Lù Chuān o Spielberg nos recrean crudos pero claros ejemplos.

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