Los hijos de Húrin

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El año pasado fue anunciado con bombos y platillos el “nuevo” libro del fallecido JRR Tolkien. Todos los amantes de la literatura Tolkeniana nos preguntamos si era otra avanzada comercial de su hijo Christopher quien a sus 84 años no pierde oportunidad para esculcar en los bolsillos de su padre para ver si encuentra una nueva nota tachada y publicarla. Aunque con mucha desconfianza por fin compré el libro, me encontré con una obra que tiene un cuerpo central muy bien redactado, emocionante, trágico y gustoso. Lo más agradable del libro es que la historia es corta y se puede leer de una sola sentada (a pesar de la complejidad y cantidad de nombres), algo para nada común en la obra de Tolkien, también hay que sumar las hermosas ilustraciones en blanco y negro de Alan Lee, artista que ha acompañado la la tierra media mucha veces y que ha creado el imaginario gráfico de los mundos y personajes del Arda.

El libro comienza con una poco necesaria introducción en la que Christopher trata de contextualizar a los lectores nuevos dentro de la primera edad, los personajes, etc y además trata de explicar de donde vino el texto y como fue editado. Esto sería de gran ayuda si hubiera sido bien escrito, pero la narrativa es tan incongruente y desordenada que parece dictada por un borracho y confunde más de lo que explica. Afortunadamente para los que creían que el cuerpo de la historia había sido escrito por él, la introducción nos demuestra que es tan mal escritor que solo su padre pudo dar vida a los diálogos y situaciones narrados.

La novela nos trae una versión dialogada de la historia de Húrin, héroe de la primera edad, pero se centra sobre todo en la maldición que Morgoth lanzó sobre su prole y cuyo ejecutor fue su propio hijo Turin, y es en este personaje en el que recae la mayor parte de la trama, tanto así que tras su muerte no se aclaran los destinos de Húrin y otros personajes importantes. A pesar de que Túrin no fue un personaje lleno de hazañas (la más importante fue matar a Glaurung, padre de todos los dragones), su historia es tan detallada y trágica que fue una de las tres grandes leyendas creadas por Tolkien que fueron retomadas por éste durante toda su vida; las otras dos fueron la historia de Berén y Lúthien, que es contada brevemente en El Señor de los Anillos y la tercera es la Caída de Gondolín. Estas tres historias fueron además los poemas más extensos desarrollados por Tolkien en idioma élfico y podemos encontrarlas en su totalidad en el Silmarillón.
La historia aunque trágica es hermosa y nos habla del destino del hombre, de su impaciencia y codicia y transcurre en un universo de grandes reinos y ejércitos, de bestias y poderes muy malignos, un imaginario mucho más mágico que el de El señor de los anillos o el Hobbit (que fueron escritos rápidamente y se posan sobre la tercera edad en la que los reinos existentes, en su mayoría de hombres, solo son un reducto producto de la caída de los grandes reinos élficos y posteriormente de Númenor).

Túrin es el portador de la tragedia, de una maldición que afecta reinos enteros y sobre todo a sus seres queridos; venganza, heroísmo, honor, dolor, incesto, el bien y el mal en constante desafío. Los Hijos de Húrin es un buen ejemplo de ese universo de leyendas inagotables que a través de la magia nos transportan a grandes batallas pero que siempre dejan un mensaje entre líneas.

Away from her

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Una hermosa cinta canadiense sobre como una pareja de 45 años de matrimonio afronta la separación a causa del mal de Alzheimer que comienza a ser evidente en Fiona y los conflictos emocionales que esto deriva en Grant, el esposo.
Interesante visión de una historia de amor y comprensión, cuyos matices y tumbos son marcados de manera impredecible por los cambios que la enfermedad hacen mella en la personalidad y decisiones de ella y como su esposo solo puede amoldarse y convertirse en un espectador que sufre.

Gigantesca interpretación de Julie Christie como Fiona, siempre tan hermosa y bien puesta, siempre dura y cariñosa, una mujer que acepta la pérdida de memoria y escoge sumirse en esta antes que seguir viviendo una vida que poco a poco desaparece. Increible la hermosura y postura de Julie a quien no es fácil reconocer por los años que se posan en su piel y cabellera y además que la última vez que la vimos en una gran interpretación, aunque ha hecho muchas otras cintas como Dragonheart, fue en American Gigolo como coestrella junto a Richard Gere, y nunca la olvidaremos como Lara en Doctor Zhivago. Que bueno el regreso de esta actriz y que buenos los premios y nominaciones de los que ha sido merecedora. También es un placer ver de nuevo a Olympia Dukakis en un papel entre frío y cómico.

Para destacar la fotografía llena de luz y paisajes fríos, como una metáfora de la soledad creciente entre los protagonistas y la hermosa música de piano que salpica agradablemente en segmentos de la cinta.