The Good Shepherd


Robert De Niro nos trae su segundo film como director, una historia totalmente ficticia pero basada en hechos reales, acerca del surgimiento de la CIA, la guerra fría, del fracaso en la invasión a Bahía Cochinos y la historia de un hombre, Edward Wilson (Matt Damon), como testigo y miembro fundamental del nacimiento de la contrainteligencia norteamericana.

Hace poco vimos el caso de Requiem sobre como una cinta que tiene todos los atributos para ser buena resulta en todo lo contrario, esto mismo sucede con El buen pastor, aunque en esta además se suman un gran presupuesto, una producción impecable y un elenco de estrellas y la verdad es que el resultado deja entre dicho el papel de De Niro como director ya que es en este único aspecto en el que la película falla, pero es tal vez el aspecto más importante ya que la edición final y el montaje son la cocción donde todo el esfuerzo de la producción se moldean como el producto que se le venderá a los espectadores.

En una palabra la cinta es aburrida y para complementar mal contada. La cinta de dos horas y media da demasiados saltos a través de flashbacks innecesarios (con el primero se hubiera podido hacer un hilo conductor, sin necesidad de otros), tratando de contextualizar la vida de Wilson y ofreciendo en cada salto muy poco al espectador, fuera de eso hace ver la vida de los espías como el trabajo más aburrido del mundo, casi todos los personajes son inexpresivos y ni siquiera las escenas de violencia que son varias logran acelerarnos el pulso. E insisto en que por demás tiene todos los ingredientes para ser una gran película, de hecho la historia aunque ficticia es muy interesante, ver el aspecto humano y deshumanizado del patriotismo y de los servicios de inteligencia, su creación, desarrollo y su operatividad interna es fascinante, así mismo la actuación de Matt Damon y Angelina Jolie son demoledoras, personajes con mucho dolor interno, serios, diferentes, resignados, que cambiaron una vida feliz por estabilidad. Una fotografía impecable, que se mezcla con escenas de cine y televisión de la época, buen uso del sonido, excelente elenco de actores de respaldo encabezados por el propio De Niro y un final demoledor, estos entre muchos otros atributos hacen que esta cinta no pase del todo desapercibida.

Edward Wilson renuncia a su futuro y ofrece su alma a una bandera, a la idea de libertad y dominio, convirtiéndose en una máquina racional e insensible y arrastrando a todo lo que quiere a un abismo de dolor infelicidad.

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