Transylvana



Un hermoso viaje al interior de un ser y su búsqueda por algo que aunque no está definido se podría llamar la felicidad.

Tony Gatlif escribe y dirige una historia sin trama concreta, pero llena de magia, sentimientos y musicalidad, una cinta francesa que transcurre en una semi-rural Transilvania, mostrándonos una cultura que se aleja del concepto clásico europeo al que estamos acostumbrados y que forma una amalgama del folklore húngaro, rumano, sajón y gitano.

Zingarina que se funde en la oscuridad mientras huela la chaqueta de su amado; Los gritos de dolor que superan la algarabía del festival popular; El feto pintado sobre el vientre tatuado; Marie en absoluta soledad maldiciendo el mundo con un poema; Un exorcismo fraudulento pero eficaz; La lámpara de bohemia que ilumina el bosque; Una receta rápida para preparar ensalada; El oso que interrumpe la escena de sexo y muchas otras secuencias inolvidables y poéticas es lo que nos deja esta película enmarcada en una fotografía de gran factura, una iluminación íntima y evidente pero sobre todo una musicalización ininterrumpida y álgida, interpretada por protagonistas, extras o la banda sonora y editada sin sobresaltos, que nos muestra la alegría de este pueblo y la profundidad de los sentimientos de Zingarina, Marie y Tchangalo.

Un regalo a la vista y el arte es la actuación de la hermosa Asia Argento, tan inmersa en su papel que parece maldita, borracha, perdida. Transylvania es un buen ejemplo de cine de autor, difícil de clasificar pero fácil de disfrutar.

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